ADVERTENCIA DE MISIA ENCARNACIÓN A FACUNDO QUIROGA

LA ADVERTENCIA DE DOÑA ENCARNACIÓN EZCURRA A  DON JUAN FACUNDO QUIROGA


Pícara, astuta, virulenta, amenazante cuando se lo proponía con justa razón o no, misa Encarnación operaba quirurgicamente para poder determinar a tiempo sobre quienes "pateaban"  para el lado de su marido ( Juan Manuel de Rosas ) o quienes defendían intereses opuestos. Con lo que iba averiguando también a la vez iba tejiendo una telaraña donde cada uno para ella debía ocupar un rol deterninado tanto en la defensa del federalismo ( para el rosismo es sinónimo de Patria) como para aquellos que lo combatían. Como intentando adueñarse del escenario en donde se iba a dar la batalla, había quienes a doña Encarnación le sacaban de sus casillas; los tibios eran para la misa una "raza" de pusilánimes sin honor ni valentía. Se podía ser "contra" pero inclusive ello era motivo de "respeto"; lo que la Heroína de la Federación no concebía, eran a los que "jugaban" para un lado y para el otro de manera pendular. Por ello ante la mínima duda, prefería encarar a quienes se entrevistaban con ella y no dejar nada que decir. 
Inclusive digna de esta conducta que puede considerarse positiva o negativa dependiendo con que ojos lo veamos, llegó con mucho respeto en una ocasión a cuestionar de manera privada al propio Rosas. 
En 1834 con motivo de una visita de Quiroga, la más valiente de las Ezcurra no desaprovechó el momento para "marcarle la cancha" al caudillo riojano, más allá del inmenso amor como amigo que le tenía. 
Vera Pichel reproduce un diálogo de Encarnación y Facundo en su obra sobre la mujer política más importante del siglo XIX, donde el <<Tigre de los Llanos>> ya era reconocido como un gran guerrero y atrás había quedado la imagen de gaucho montaraz peleando en las laderas. El Facundo de las tertulias interminables, con su decorosa imagen y modos caballerosos, se hacía presente en la casa de Encarnación:


" Una tarde, llamó a la puerta de los Ezcurra. Fué recibido con todos los honores.
-Beso su mano, Encarnación -dijo inclinándose
sobre la mano que se tendía-, beso su mano con
todo agradecimiento...
-¡Qué alegría verlo, general! ¡Qué contento estará
Juan Manuel cuando le escriba noticiándole de su visita!...
-¿Juan Manuel?... Preséntele mi saludo de cora-
zón... -General, no lo parece... anda usted enredado con todos los enemigos, ¡cuidado!
-No es para tanto, Encarnación. Sigo siendo ami-
go de mis amigos...
-Sí, pero, los enemigos lo tienen como suyo y eso
es peligroso, general...
-¿Peligroso para mí?... Vamos Encarnación... Que
el peligro es para ellos... ¿no me conoce?
-Sí, pero a veces se cambia...
-No en mi caso, Encarnación, no lo olvide...
-A propósito de olvidar, ¿qué hago con esos cin-
cuenta y tantos pesos que puse para unos regalos de los cuales jamás supe el motivo? ¿Y de las onzas de oro que aún guardo de su pertenencia?...
-Todo a mi cuenta, Encarnación. Es usted una ad-
mirable administradora. Nunca me arrepentiré de haber dejado todo en manos suyas... ya lo sabe... y mi saludo a Juan Manuel..." 

Así como uno lo lee, también advierte Pichel (y somos varios) una pequeña aversión del caudillo riojano al bonaerense. Sucede que luego Rosas con sus entrevistas con Facundo y la famosa reunión en la Estancia de la Hacienda de Figueroa y las cartas que luego Rosas escribiría de esa reunión clave, ya que explica con mucha contundencia, los porqué de las negativas constitucionales que tanto a Quiroga lo contrariaba de Juan Manuel. 

Lo que sigue es un extracto de la carta de Encarnación al <<Gaucho de los Cerrillos>> dándole cuenta y existencia de la visita de Quiroga: 

"Quiroga nos sigue visitando a menudo y nos
habla con franqueza. Estan empeñados en distanciarlo de nosotros para lo cual inventan ca-
lumnias, lo que no debemos extrañar cuando sus
amistades son puros facinerosos y de vida licen-
ciosa."


Ricardo Geraci 

Fuente: Vera Pichel / Encarnación Ezcurra / Edit Sudamericana 

Aclaración: Como amateur en la materia en función de la divulgación histórica, ello no me da la libertad ni el derecho de compartir contenidos aseverando cuestiones que no están debidamente fundamentadas. Digo esto, ya que tales diálogos los extraigo de la obra de Pichel, que a mi gusto no está correctamente documentada,  como creo y me han enseñado que debe hacerse. Buscando la fuente o el documento y quien lo reproducía acerca de Encarnación y Quiroga, solo puede verse al final de la obra una lista bibliográfica de a quienes la autora consultó. Lo cual no habiendo podido registrar en ningún documento consultado por quien escribe, tales diálogos, me permito y quizás de manera irresponsable la reproducción de los mismos como fidedignos por una cuestión que parece determinante. Habiendo leído diálogos o pensamientos en cartas de Encarnación ya comprobados como tales, estos suenan mucho a ella. Por lo que repito que me tomé la licencia de reproducirlos como si los mismos fueran para mi, justificados y comprobados debidamente.

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