CARTA DE ROSAS A PACHECO

CARTA DE J. M DE ROSAS AL GENERAL ÁNGEL PACHECO. 

Del 30 de diciembre de 1851. 

En la declinación del rosismo desde el pronunciamiento de Urquiza (1 de mayo del mismo año) hasta la batalla de los Santos Lugares (3 de febrero de 1852), podemos rescatar de diferentes documentos, evidencias suficientes, con el fin de seguir comprendiendo los hechos y que ello sirva para una interpretación correcta. 
Puede advertirse en esta carta de Juan Manuel a su general y amigo Pacheco, la penuria que había de jefes y oficiales, la desorientación de ciertas autoridades, y un desorden que se había filtrado en la administración.Tuvo más actividad sin respiro don Juan Manuel de Rosas hacia su derrocamiento, que los veinte años en los que le tocó sortear todo tipo de conflictos; como él mismo decía "al son que me tocan, bailo". 
El Restaurador hacia ese fin de año de 1851 (hace 170 años), sabía que vencer en el palomar de Caseros era un imposible. Veía con sus propios ojos, como aquellos que lo veneraban hasta la obsecuencia (algo que nunca le gustó) hoy lo traicionaban llamándolo "tirano". Aún ante un panorama desolador, sin ejército, ni suministros, ni armas, con milicias que le respondían con la fe y la lealtad de siempre, Rosas de todas formas intentó jugar sus últimas cartas. El temido personalista, demostraba con su aguda inteligencia, laboriosa y minuciosa organización, que nada les será tan facil a los invasores locales e internacionales. Urquiza fue un invasor en su propia patria, ocupando el lugar que en años anteriores otro patriota como Lavalle intentó ocupar. Pretender asaltar el poder, usurpar un sillón, con la ayuda de enemigos extranjeros. 
Vale la pena no cortar ni una palabra, ni un pasaje, ni una coma de esta apreciable misiva epistolar, por ello, la publico entera, para que puedan sacar sus conclusiones, de un fin de año sin la apoteosis que el Gaucho de los Cerrillos hubiera querido transitar. 

Ricardo Geraci
Fuente de la carta: Extraída de Vida Política de J. M de Rosas de Julio Irazusta.
Tomo VIII, pag 306, 307, 308, 309.

¡Viva la Confederación Argentina!
Mueran los salvajes unitarios!
Muera el loco traidor salvaje unitario Urquiza! 

Señor General Don Angel Pacheco 

Palermo de San Benito
Diciembre 30 de 1851 

Mi querido amigo Angel:
Consecuente a tu apreciable de ayer 29 tengo el gusto de contraerme a su contestación
Marchará el Coronel Don Ramón Bustos con la División de su mando a la Pesquería y a tomar también el mando de los Escuadrones Ciesa, Benites y Sagaste, a efecto de apurar su organización. El Coronel Bustos es por supuesto un acreditado valiente, pero está algo enfermizo hace tiempo y no podrá quizá andar muy activo en sus disposiciones para la organización. Oficiales, ya sabes que no los hay. Sin embargo, llevará los que
se puedan aunque me parece que no podrán pasar de dos, cuatro o seis. De dos buenos para los Escuadrones Benites y Sagaste, ya
puedo asegurar. Instructores para los mismos Escuadrones, Benites y Sagaste, irán veinte y seis, y cuatro para el de Ciesa. Este lleva consigo dos que tenía el 19. No serán muy buenos aquellos treinta, pero con ellos es con los que he enseñado a estos Escuadrones de Dragones que se titula mi Escolta, y a él pertenecen los más de los que irán.
Con ellos se han instruido todos los demás Escuadrones que se han formado en esta, como lo ha visto el mismo Bustos. Servirán además para buenos ejes en las mitades y cuartas. El Escuadroncito de Ciesa ha de estar más instruido que lo que él cree. Es así Ciesa en su modo moderado de explicarse. La prueba
es que ya dice que en la carabina saben el manejo, y pide cartuchos. Ya antes se le mandaron tres mil tiros cuando marchó a la
Costa. Todo lo que pide Ciesa para el dicho Escuadrón de su mando, voy a enviárselo directamente sin demora alguna. Los oficiales que tiene son a mi juicio buenos, y sobre todo mozos de su entera confianza, siendo cuatro en cada una de las compañías. Tiene a más dos Ayudantes. Quizás el Coronel Sosa sólo se habrá guiado por las palabras moderadas de Ciesa, y por eso no habrá creido ese Escuadroncito en regular estado, atento a la calidad de ser tanta el Gefe los oficiales la tropa todos milicianos. O acaso lo habra dejado por la necesidad de dejar a Siesa el mando de las milicias que quedan, y por no tener otro Gefe más aparente, El trompa que llevó Ciesa no es prestado como dice Reyes que tenía orden de proveerlo de un trompa, le dijo que si yo no aprobaba que fuese ese, tendría que devolverlo; pero se entiende enviándole otro aparente. Y como yo aprobé su entrega, queda ya ese trompa en el Escuadrón. Mandaré también sin demora alguna directamente al Capitán Don León Benites, las armas y vestuarios que necesita. Del mismo modo mandaré directamente sin demora al Mayor
Don Dionisio Sosa Sagaste, las armas y prendas de vestuario que le faltan. Y mandaré también al Juez de Paz del Partido de la Capilla del Señor, lo que le falta de armas al piquete que tiene. Antes ya, como lo has visto, en varias remesas, había enviado
municiones, y vestuarios para mil trescientos individuos de tropa, ochenta vestuarios de Oficial y ochenta sables para los mismos.
Después de estar allá el Coronel Sosa, cuando dijo que serían dos mil hombres, en la duda de si esos dos mil hombres serían
incluso la División Alegre, y Escuadrón Ciesa, para economizar el tiempo, sin esperar a saber lo cierto, mandé los setecientos medios vestuarios más de tropa, y dos mil ponchillos colorados.
Por todo esto, y como después explicó el Coronel Sosa la duda, diciendo que entre los dos mil hombres eran incluidos la División
Alegre y el Escuadrón Ciesa, resultaba haber enviado vestuario y armas demás como para setecientos hombres, pues que la División Alegre y Escuadrón Ciesa, fueron de acá vestidos y armados.
No comprendo por esto como estén sin vestuarios los soldados que el Mayor Ciesa expresa de los Escuadrones Benites, y Sagaste- Solamente que hayan dado vestuario entero a la tropa, entonces, y aún asímismo resultarán vestidos con vestuario completo
mil hombres- Y como son mil trescientos, faltarán trescientos Pero como yo convine contigo, y lo expliqué al Coronel Sosa, que
iba a mandarle, para cada individuo de tropa un medio vestuario, compuesto de una camiseta, un gorrete, una divisa, un ponchillo, y un pañuelo, si la distribución no se ha hecho con dobles prendas de las relacionadas, debían existir setecientos medios vestuarios sobrantes; y no será extraño que los Jueces de Paz, sin saber lo que hacer por alguna equivocación; o el Coronel Sosa tambien equivocado, o esperando sobre esas prendas de vestuario, y armas en depósito las órdenes, o la respuesta a alguna consulta, no hayan repartido dicho vestuario y armas entre los milicianos a quienes les faltan- De todos modos, yo voy a enviar, repito, directamente y sin demora esos artículos de armas y vestuario que faltan a los Escuadrones Benites y Sagaste No los mandaré directamente al Mayor Ciesa, porque no sé si esos Escuadrones están allí en la Pesquería donde él se halla, o data su nota, o en los Partidos del Pilar el uno y Capilla del Señor el otro Me parece acertado lo que me propones, respecto a que el Coronel Bustos pida directamente lo que además de lo que voy a mandarle, haga falta en esa milicia- Así se lo diré agregándole deber dirigirte el correspondiente parte de lo que recibiese. La correspondencia del General Mansilla que te mandé ayer te daría más luz sobre el mal estado de su salud, y demás hasta
el 27- Quedo impuesto de que según se presenten las circunstancias mandarás o no el Batallón de nueva creación; y que este no ha tenido deserción-Esto es muy satisfactorio Acá ni en el Cuartel General tampoco la hay- Los dos soldados desertores que han sido severamente castigados, y que quieres mandar a presidio, me parece bien, y puedes proceder como mejor de parezca-
En orden a los trámites oficiales que excusas al escribirme cuando asi necesites hacerlo, por falta de tiempo, ya sabes que estas autorizado para expedirte en las actuales circunstancias del modo que te sea más fácil, más pronto y más cómodo- Te envío esa carpeta por la que instruirás de la arma sucia de falsificación de mi letra y firma que han puesto en juego los salvajes unitarios— Y como el reo referido Villegas traía tambien órdenes para Reyes, no creo demás darte este conocimiento, En el modo como ha tenido lugar este asunto, su desenlace y término, hemos conseguido una victoria digna de nuestras congratulaciones— Así lo acuerdan tres principales razones.
Primero Que en las actuales circunstancias este hecho hará recordar que en casos de espera en asuntos de importancia, deben
las autoridades y demás a quienes corresponda ser precavidos, en todo lo que la razón y el buen sentido aconsejen serlo- Segundo - La grande trascendencia moral que resulta de mis órdenes despues de media noche, su puntual cumplimiento, apre-
hensión inmediata ayer a las ocho de la mañana del reo, y su ejecución hoy- Y Tercero - La cooperación en todas las clases del Pueblo, amigos y enemigos para ayudar a la Policia — La actividad de esta, y con especialidad la de su Gefe interino, Don Juan Moreno, su
inteligencia y acierto en sus disposiciones— El gran respeto que mereció mi letra y firma aunque mal imitadas, siendo además el conductor un hombre enteramente desconocido, ables ciudadanos Presidente y miembros referidos de la Casa de
ESOS respeta- Moneda- Error gravísimo, que no tiene absolutamente justificación, pero error que aunque terrible acredita un gran respeto y consideración excesiva a la persona y crédito del General Rosas El reo era un salvaje asqueroso unitario, que vino el mismo día 28 de Montevideo, hijo del finado Camarista salvaje unitario Villegas-
El famoso Cuello, fué tambien aprehendido en el Fuerte Azul por aquel Juez de Paz vestido de indio bombero según se me ha
dicho, pues que yo todavía no he visto la nota— Hoy ha sido fusilado al frente del Batallón Palermo del que era desertor- En tu casa no hay novedad según verás por la adjunta carpeta - Mi Señora Doña Dolores no te escribe por que ya lo había hecho ayer- Recibe los recuerdos cariñosos de Manuelita y Juan, así como el intimo afecto de tu amigo. 

Juan M. de Rosas

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