CUANDO EL CORAZÓN HABLA....
CUANDO EL CORAZÓN HABLA .....
Dentro de su diplomacia divina, de sus modos de niña mimada y venerada por la unificación social que logró J.M de Rosas, había una mujer de corazon ardiente y genuina convicción en mostrar sin reparo alguno, sus sentimientos. Manuela Rosas maduró de golpe cuando por ese capricho malvado del destino, su madre, aquella figura política que supo llevar adelante una sociedad sin fisuras con el Restaurador, dejaba el mundo con todo el futuro por delante. Ese golpe desestabilizante para los Rosas, obligó al caudillo a despabilarse en medio de una congoja infinita e inmediatamente nombrar a su hija la heredera política de doña Encarnación. El régimen rosista estaba entre el apogeo de las primeras medidas resolutivas en función de la ley de tierra pública y la aduanera (1835-1836) y los primeros conflictos con Francia y la política de "diplomacia fuerte" de Felipe de Nueva Orleans, que dominaba la escena política de la América del Sud. En ese contexto la "niña del Restaurador" fue determinante durante casi todo el periodo en que su padre fue amo de la política interna y externa de la Federación. Se plegó al mandato tal cual Rosas se lo encomendó. Puso en último plano sus deseos y voluntades de casarse y formar una familia, priorizando un elemento aprendido desde su crianza, desde la niñez , con un padre y una madre determinados en sus convicciones por amor, apego y pertenencia al suelo argentino. Priorizó la patria. Su deber era con la patria y cuando el desenlace la arrojó hacia las aguas del océano rumbo a un país desconocido, el espantoso sentir de los que padecieron el destierro, pudo ser recompuesto en cierta medida, por la culminación de esa voluntad que tuvo que postergar por el cargo que desempeño con valentia, astucia y responsabilidad. Cuando esa mujer logró formar
familia en Inglaterra, ya había sido la figura política mas importante de la Argentina, solo por debajo del padre.
Manuelita fue afable, servicial, decorosa, pero nunca escondió a sus más íntimos, el fuego que por dentro revelaba ser cómplice en tiempos turbulentos, de ese pulso social que dominaba la escena política. Ello no le impidió ser -entre la presión política insoportable- , el equilibrio perfecto entre un padre agotado, irascible, que hacia los últimos diez años del regímen, comenzaba entre tanta firmeza, a declinar por el lógico personalismo y el exhaustivo trabajo. Manuelita fue ese hada buena que emparejó el animo social frente a las continuas desestabilizaciones.
Aun con el trabajo cumplido, en la relación de hija y padre en Inglaterra, siguió siendo su cable a tierra. El pasaje que publico a continuación es una de las tantas expresiones en cartas a amigos, familiares o conocidos, y nos revela, que ese fuego jamas se disipó. Cuando el corazón habla...las razones callan.
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"(...) En fin, Pepita mia tan querida, alla te van aun que en imagen, esos pedazos de mi corazón: besalos cada día y al hacerlo piensa que son el ídolo de tu amiga, todo mi consuelo, mi alegría y por último el mas hermoso presente que pudo concederme el Cielo, en recompensa
de tantos malos ratos por que he tenido que pasar en la vida".
Manuelita Rosas, 9 de noviembre de 1862.
Ricardo Geraci
Imágenes: Colección Vertanessian
Autor de Rosas, el retrato imposible.
1_ Manuelita en 1854. Versión del retrato que utilizó Manuel Bilbao para las Memorias de Antonino Reyes. Publicado en Historia de la Confederación de Adolfo Saldías.
2_ Máximo Terrero, Londres 1862
3_ Rodrigo y Manuel Máximo Terrero
( hijos de Manuelita y Máximo ) Londres 1862
4_ Manuela Rozas de Terrero, Londres 1862. Esta foto es copia de la original tomada en Londres. Copia hecha en Buenos Aires.
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